martes, 22 de noviembre de 2016

DÍA MUNDIAL DEL RETRETE


El pasado 19 de Noviembre, bajo el auspicio de naciones unidas se conmemoró el día mundial del retrete. Y es que, algo que en principio pueda parecer un chiste, resulta ser una cuestión de vida o muerte para millones de personas en el mundo. La décima parte de la población mundial no tiene acceso a un correcto saneamiento de las aguas residuales. 1.100millones de personas no tienen acceso a un retrete, increíblemente en el mundo existen más teléfonos móviles que retretes. Y esto, aparte de lo escatológico del tema, supone un peligro gravísimo para la salud de una parte muy importante de nuestros congéneres, especialmente para los niños. Una de las principales causas de mortalidad infantil a nivel mundial son las diarreas ocasionadas por las malas condiciones de saneamiento, el tifus y el cólera que se transmiten por el consumo de agua contaminada a causa del incorrecto, cuando no ausente, tratamiento de las aguas residuales que son arrojadas directamente a los ríos o lagos o se filtran a los pozos de donde las comunidades se surten para beber… (315.000 niños muertos en 2.016, según una estimación de WHAS watch 2016). El correcto acceso al saneamiento fue declarado como el objetivo 6 de los objetivos del milenio. A fecha de 2.015 todavía 2.400 millones de personas no tienen acceso a un saneamiento correcto y 1.100 no tienen otra opción que defecar al aire libre. (OMS/UNICEF 2015). En los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible, lanzados por la ONU, se pretende conseguir para 2.030 el acceso de toda la población mundial a un saneamiento adecuado. Pero es que, además del drama humanitario, la falta de saneamiento de tal cantidad de población, tiene un impacto medioambiental muy considerable, que a la larga amenaza al otro afortunado 90% de la población mundial que sí los disfruta. La contaminación de los acuíferos es un problema que se viene poniendo de relieve desde la Cumbre de Río de 1992 y se mantuvo en la agenda de Río +20 de 2012, sin que hasta la fecha se le haya dado una solución efectiva.

Tampoco, hay que olvidar la dimensión económica del asunto. La OIT estima que el 17% de las muertes relacionadas con el trabajo se debe a la transmisión de enfermedades a causa de las malas condiciones de saneamiento e higiene (OIT 2003). Se calcula que la pérdida de productividad debida a enfermedades ocasionadas por la falta de saneamiento y malas prácticas de higiene alcanza en algunos países hasta el 5% de su PIB (Will Hutton 2012).

No es pues cuestión baladí, y tanto desde una óptica solidaria como egoísta, deberíamos prestar más atención a un asunto cuyo día conmemorativo suele pasar sin pena ni gloria y con apenas una mínima repercusión mediática.



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